MENONITAS, CUÁKEROS Y PRESBITERIANOS PIDEN PERDON POR LOS PECADOS DE TRES SIGLOS CONTRA LOS ABORIGENES NORTEAMERICANOS
Por Sheldon C. Good
Traducción AMLAC-
LANCASTER, Estados Unidos
Lanzando una piedra y haciendo una oración, menonitas, amish, cuákeros y presbiterianos arrojaron 300 años de transgresiones contra los aborígenes americanos al río Conestoga.
Líderes religiosos y nativos americanos arrojaron piedras al río el 9 de octubre luego de un acto público con más de 250 personas en la Primera Iglesia Presbiteriana en honor de los nativos del Condado de Lancaster.
Funcionarios del gobierno y líderes religiosos pidieron disculpas por los errores históricos y la indiferencia cometidos contra los nativos de Lancaster County y pidieron perdón a los indígenas americanos de la región.
“Los menonitas impusieron sin vacilar su punto de vista respecto a la tierra sobre la de la población nativa, quienes tenían una visión muy diferente”, dijo Brinton Rutherford, de Recursos Humanos de la Conferencia Menonita de Lancaster.
Rutherford leyó del libro “La tierra es del Señor”, una historia de la Conferencia Menonita de Lancaster por John Ruth, “Si [los menonitas] tenían un sentido de que la tierra es del Señor, dejaron poco más que una señal de muestra en respuesta al pueblo indígena hambriento y desheredado que vivía en los alrededores de sus prósperas granjas.”
Dick Thomas, Moderador electo de la Iglesia Menonita de Estados Unidos, dijo que los menonitas – primeros colonos europeos registrados en el condado de Lancaster- no honraron y respetaron totalmente a los nativos americanos.
“Reconocemos que hemos fallado en la vivencia de nuestras convicciones,” dijo Thomas. Los indígenas Americanos, desde el condado de Lancaster y en todo el país, compartieron sus testimonios personales.
“Nuestros corazones, al igual que vuestros corazones, están deseosos de oír la verdad, para que nuestra nación pueda ser totalmente sanada,” dijo J.R. Boyd de la comunidad indígena de Dakota-Lakota. “Cada uno de los 791 tratados, fueron quebrados o violados en alguna forma. Cuando me voy casa, aún tengo que hacer frente a 100 años de rencores que ustedes jamás podrán ver.”
Uhma Ruth Py, una anciana Lenape con antepasadados en las cercanías del Condado de Bucks, dijo que ahora es el momento para el perdón y la sanidad.
“Mi antepasado se casó con un alemán menonita, ya que esa era la única forma de mantener la tierra”, dijo Py. “Hemos atado nuestra identidad para poder sobrevivir.” En el siglo 17, William Penn, cuáquero y empresario, visualizó un reino de paz para su nueva colonia.
Trescientos años más tarde, el “experimento santo” de Penn es aún incipiente.
“Nuestro territorio incluía esta área”, dijo Willy Jock de la confederación de Nohawk-Iroquois. “Nuestra gente todavía habla sobre el experimento santo del que Penn habló y que nunca se cumplió. Tenemos ahora la oportunidad de verlo suceder.”
Representantes de Lancaster Roots 300, una serie de celebraciones de un año, se reunieron hace más de un año con los nativos americanos para planificar el evento.
El documento de “Reconocimiento y disculpas a los pueblos originarios”, señaló errores históricos, incluyendo:
- Acciones deshonestas por parte del gobierno y de los militares.
- Injusticias sociales y prejuicios de los pueblos inmigrantes
- Pecados de aquellos que enarbolan el nombre de Cristo.
La disculpa referencia la masacre a los nativos Americanos, que Ruth, un historiador de Lancaster llamó “uno de los grandes escándalos de la historia estadounidense”.
El 14 de diciembre de 1763, durante la Guerra francesa e indígena, más de 50 Paxton Boys – un grupo vigilante presbiteriano formado por escoceses e irlandeses de Harrisburg cerca de la actual Harrisburg – asesinaron a seis Conestogas y quemaron sus casas.
El gobernador John Penn ubicó a los restantes 14 Conestogas en un refugio cercano. El 27 de diciembre, los Paxton Boys entraron, mataron y mutilaron a los 14 restantes.
Solo dos nativos permanecieron en el Condado de Lancaster, escondidos en un sótano en una granja menonita cercana.
En 1756, la mayoría de los cuákeros dejaron sus puestos en el gobierno estatal en lugar de comprometerse por la no-violencia, dijo Jodi Good, de Lancaster Friends Meetings (Reunión de Amigos de Lancaster).
“Lo que desde nuestra perspectiva fue el principio de un acto de conciencia, desde su perspectiva fue una violación a la confianza de larga data entre nosotros”, dijo. “Los cuáqueros eligieron la no-violencia, y los nativo americanos pagaron el precio.”
Jane DeFord, moderador regional del presbiterio de Donegal, trajo un pergamino con más de 200 firmas de presbiterianos representando iglesias locales.
“Si nosotros somos el cuerpo de Cristo, entonces nuestras acciones no nos representan solo a nosotros.” Dijo DeFord.
El Mayor de Lancaster Rick Gray leyó una carta del Senador Estatal Brubaker y también se disculpó en nombre del gobierno colonial.
“La complicidad en la condonación por parte del gobierno de Pensilvania de las masacres marcaron la pauta de la forma que los Estados Unidos se estableció finalmente en el oeste.”, dijo Gray. “Como Cristiano, no solo me disculpo, también pido ser perdonado.”
Algunos indígenas Americanos perdonaron inmediatamente, mientras otros dijeron que era necesario llevar las disculpas a su gente y esperar una respuesta.
“Hago un llamamiento a todos los presentes para pensar este momento como un cambio de paradigma.” Dijo Curtis Zunigha de Delawares. “Esto no debería ser solo un evento. Debe ser un proceso para el futuro”.
Luego, muchos asistieron a la inauguración de una casa comunal de 1719 Hans Herr House, la morada más antigua que permanece de los colonos europeos en Lancaster.
Los representantes iroqueses dijeron que las casas comunales eran esenciales para las deliberaciones cuando las cinco naciones se convirtieron en seis naciones.
“Creo que estamos llegando a un umbral de conciencia,” dijo el historiador local Ruth. “Hemos vivido en la tierra durante ocho, nueve, diez generaciones. Esta casa comunal es un signo de un nuevo nivel de preocupación por este tema.”
Jock dijo que cuando se enteró de los planes de la casa comunal no pudo dormir y lloró hasta las 4 de la mañana.
“Es necesario que la sanidad llegue a esta tierra,” dijo. “Estamos uniendo el cielo con la tierra.”
Los participantes esparcieron aceite, sal, tabaco y harina de maíz alrededor de la propiedad como símbolos de cómo la tierra nutre la vida humana.
“Vivamos en armonía con la tierra, pero también unos con otros,” dijo Boyd.